lunes, 4 de julio de 2011

De lo que se puede y no se puede contar - Ernesto Escobar Ulloa


De lo que se puede y no se puede contar
Putas asesinasRoberto Bolaño, Putas asesinas, Barcelona, Anagrama, 2001
por Ernesto Escobar Ulloa
Contrastando el título, Putas asesinas, por un lado, con el estilo sobrio del libro, podría deducirse que su finalidad obedece a una razón de índole comercial. No obstante, si por otro lado, lo contrastamos con su contenido, sería improbable no hallarle justificación, ya que a lo largo de las más de doscientas páginas, el verdadero denominador común, en efecto, es la violencia, violencia sobre la que se nos advierte, desde las primeras líneas, "no se puede escapar, al menos no nosotros, los nacidos en Latinoamérica en la década de los cincuenta, los que rondábamos los veinte años cuando murió Salvador Allende",
Como los grandes cuentistas –Hemingway, Maupassant - Bolaño relata más por lo que oculta que por lo que desvela ("Hay cosas que se pueden contar", piensa M, "y hay cosas que no se pueden contar.") Tras esta técnica del ocultamiento, suerte de camuflaje, se disimulan los verdaderos temas de la obra.
Quien ingrese en el mundo de Putas asesinas ratificará la capacidad creadora de Roberto Bolaño en su convicción de escritor que no teme enfrentar los grandes temas literarios, tan extensos, complejos y problemáticos. Así pues, en convivencia con la violencia a la que refiero, volvemos a toparnos con los amores secretos («Días de 1978», «Vagabundo en Francia y Bélgica»), la amistad («El Ojo Silva», «Dentista»), la muerte («El retorno», «Putas asesinas» , «Prefiguración de Lalo Cura»), la soledad, la literatura, («Encuentro con Enrique Lihn », «Vagabundo en Francia y Bélgica», «Carnet de baile») el absurdo («Fotos»); tratados todos ellos bajo el aura del sueño latinoamericano, truncado y convertido en pesadilla. Muerto el boom y el realismo mágico, el tema de la pesadilla latinoamericana pervive en la nueva narrativa despojado de sustratos idílicos, provisto más bien de toda su crudeza e innegable inmundicia, la de la corrupción, el hambre, y la del exilio indefinido. Factor este último que a diferencia de los otros dos, contiene un aspecto positivo, el cosmopolitismo, de ahí que los problemas de B y otros protagonistas, en su mayoría chilenos exiliados en México D.F, Acapulco, Barcelona, París, no sean tales en tanto que exiliados, sino en tanto que hombres del mundo, puesto que derivan del desamparo y la confusión que, según Bataille, los burgueses no "pueden realmente disimular".
Esto explica la ironía, la sensualidad, el humor mordaz, lo onírico, y otras vías de escape tan frecuentes en esta obra, productos o deshechos – a propósito del fin de las ideologías- del escepticismo moderno, que tan pocas esperanzas le depara a la humanidad y al que son tan proclives los jóvenes de hoy.
El Ojo Silva tratará en vano de huir de la marginación en el Distrito Federal, donde sus compatriotas lo tachan de "invertido" porque "al menos de cintura para abajo" eran "exactamente igual que la gente de derecha que en aquel tiempo se enseñoreaba en Chile". Encontrará otra violencia más tangible transformada en ineludible destino.
«Últimos atardeceres en la tierra» narra una peripecia vacacional padre – hijo, y el mundo que, trasuntado en infierno, los divide en "unas horas que B llamaría aburrimiento, pero que ahora llamaría desastre, un desastre peculiar, un desastre que por encima de todo aleja a B de su padre".
En «Días de 1978» se habla del rencor y de la suerte que corren los amores secretos en medio de una desgracia inminente. "Aquí debería acabar el relato", señala el protagonista "pero la vida es un poco más dura que la literatura."
Por otro lado «Vagabundo en Francia y Bélgica», - a mí parecer el cuento más logrado-, mezcla literatura y vida, en el sentido que los fetichismos que provoca en algunos la primera pueden revestir de pretextos la segunda y enmascarar así intenciones inconfesables. Tal vez se trate de deseos oscuros y del empecinamiento con que, en ocasiones, nos hacen ver lo que queremos; como la correspondencia en el objeto que los ocasiona. ¿Marchará B de París a Bruselas motivado por una publicación erudita o por una señal que andaba esperando? "¿Una señal de qué? Lo ignora. Una señal terrible en todo caso."
«Prefiguración de Lalo Cura» recuerda la excelente película La virgen de los sicarios, no tanto por su tratamiento, aquí edulcorado con un humor corrosivo, sino por la realidad retratada, la del negocio del sexo y la droga en la Colombia de los cárteles.
«Buba» es un cuento sobre el absurdo en "la ciudad del sentido común", sobre el humor resultante de esta paradoja. Y así como «Funes el memorioso», según Borges, "es una larga metáfora sobre el insomnio", «Fotos» lo es sobre la inutilidad de la información despojada de formación.
Putas asesinas deja un sabor extraño, agridulce, múltiples imágenes de ciudades, un cúmulo de sensaciones y la vaga idea de que los cuentos se parecen entre sí, tanto como a los cuentos de Ramírez, personaje de «Dentista» y especie de prodigio literario: "el argumento daba un giro y se pulverizaba a sí mismo, el cuento se convertía en una historia sobre el fantasma de un pedagogo encerrado en una botella, y también en una historia sobre la libertad individual y aparecían otros personajes, dos merolicos más bien canallas, una veinteañera drogadicta, un coche inútil abandonado en la carretera que servía de casa a un tipo que leía un libro de Sade. Y todo en un cuento". Ernesto Escobar Ulloa (espergesia@mixmail.com)

Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953),narrador y poeta, ha publicado, en Anagrama, el libro de cuentos Llamadas telefónicas y las novelas Estrella distante, Monsieur Pain, Amuleto, Nocturno de Chile Los detectives salvajes (Premio Herralde de Novela y Premio Rómulo Gallegos), y en El Acantilado, Tres (Barcelona, 2000; véase nuestro número 21). Su obra se ha traducido, entre otras lenguas, al alemán, italiano, francés, inglés, portugués, sueco, griego, noruego y danés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario