BARES DE BUENOS AIRES
La nostalgia viene esta vez de la mano de los bares de Buenos Aires. Desde los grandes, hasta los pequeños, los escondidos en cualquier calle de barrio. ..Especialmente los café viejos, que compartieron tantas vidas y tienen todo tipo de historias para contarnos.
Los porteños amamos los bares Por eso Buenos Aires es una ciudad en dónde hay cafés, bares, boliches, confiterías.... , estandartes de cada barrio y en toda esquina importante. Uno entra, se sienta, y allí empieza nuestro romance largo, o de paso, con ese espacio que se nos ofrece como un amigo que aguarda para compartir algo muy nuestro...
¿Quién no se reunió alguna vez con amigos, para intentar cambiar el mundo en un café?, ¡Cuántas veces, nos ha sorprendido el amanecer en alguna placentera charla o una discusión apasionada!
Somos muchos los que nos detenemos a leer y estudiar, los que hicimos en un café gran parte nuestra carrera. ¿Quién no tuvo allí, una declaración o un encuentro romántico?. Está el café del reencuentro y el café del adiós, y algunos en una mesa de café, esperaron en vano a quien no apareció... Hemos visto la luna y la lluvia a través de sus ventanales .
Los café han sido testigo de parte de nuestras vidas, la cotidianeidad transcurre entre sus paredes, nuestras alegrías y también nuestras tristezas.
La cultura muchas veces se construye en las mesas de los bares dónde, el poeta, el pintor, el músico..... imaginan o crean su obra. Y también, las vivencias en los café son materia de inspiración.
Así, en 1948 como testimonio de esta entrañable costumbre, la dupla Mores- Discépolo, estrena el mítico tango Cafetín de Buenos Aires:
“.......................................................................
Como una escuela de todas las cosas,
ya de muchacho me diste entre asombros
el cigarrillo,
la fe en mis sueños
y una esperanza de amor...
¿Cómo olvidarte en esta queja,
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja?
En tu mezcla milagrosa
de sabihondos y suicidas,
yo aprendí filosofía, dados, timba
y la poesía cruel de no pensar más en mí...”
Como una escuela de todas las cosas,
ya de muchacho me diste entre asombros
el cigarrillo,
la fe en mis sueños
y una esperanza de amor...
¿Cómo olvidarte en esta queja,
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja?
En tu mezcla milagrosa
de sabihondos y suicidas,
yo aprendí filosofía, dados, timba
y la poesía cruel de no pensar más en mí...”
Entre otros, también Alfredo Zitarroza evoca esos antiguos y solitarios boliches nocturnos, en un cuadro teñido de nostalgia y melancolía:
“Otra vez los boliches nocturnos
amarillos de sueños perdidos
quiñeleros de suertes extrañas
azulados en humos y vinos,
viejas radios rezongan canciones
y un Gardel arrullando su trino
y en la mano madera de un tango
un borracho camino al ayer...”
amarillos de sueños perdidos
quiñeleros de suertes extrañas
azulados en humos y vinos,
viejas radios rezongan canciones
y un Gardel arrullando su trino
y en la mano madera de un tango
un borracho camino al ayer...”
Hay bares que se inmortalizaron gracias a algún músico o poeta que les dedicó una composición. Como ocurre con el Café la humedad de la canción de Cacho Castaña, en donde se reunía: "la barra antigua de Gaona y Boyacá"
Por eso, los invito a que en estas páginas evoquemos bares, que están o estuvieron presentes en nuestras vidas. No importa si son grandes confiterías tradicionales o humildes bares de barrio, de alguna manera, todos ellos, habitan en alguna parte de nuestro corazón
Como decir de pronto:
ResponderEliminartómame entre las manos;
no me dejes caer. Te necesito:
acepta este milagro.
Tenemos que aprender a no asombrarnos;
de habernos encontrado,
de que la vida pueda estar de pronto
en el silencio o la mirada.
Tenemos que aprende a ser felices,
a no extrañarnos
de tener algo nuestro.
Tenemos que aprender a no temernos
y a no asustarnos
y a estar seguros.
Y a no causarnos daño.
Bebota.
Este miedo de ti, de mi... de todo,
ResponderEliminarmiedo de lo sabido y lo entrevisto,
temor a lo esperado y lo imprevisto,
congoja ante la nube y ante el lodo.
Dejame estar. Así, ¿no te incomodo?...
abajo ya es la noche, y hoy has visto
como acerca el temor aún me resisto
pero me lleva a ti de extraño modo.
Déjame estar. No luches: está escrito
Desde lejos nos llega, como un grito
o cómo un lerdo vértigo rugiente.
Me darás lo más dulce y lo más amargo
una breve alegría, un llanto largo...
Sé que voy al dolor. Inútilmente