martes, 9 de agosto de 2011

Monedas en tiempos de Urquiza



ALGO SOBRE MONEDAS

(Publicado en la edición Nº 57 de La Calle – 4 de octubre de 1970)

Una nota quizá poco conocida —pero tal vez, una de las más importantes— es la que escribió Antonio P. Castro en el año 1953, con el mismo título con que encabezamos la nuestra. Y su consideración se apreciará más si advertimos que distintos trabajos suyos hacen referencia a valores de otras épocas. En este caso, servirá para actualizarlos a la fecha que citamos anteriormente. La transcribimos, pues, textualmente:
«En todas las cantidades a que hacemos referencia... mencionamos la onza, el peso fuerte, el boliviano, el patacón o el peso plata. Corresponde, pues, aclarar el valor que tenían dichas monedas en la época en que circulaban en nuestro país.
La onza era una moneda española de plata y oro. La plata pesaba 287 decigramos y era muy poco usada, mientras que la onza de oro sellado, interesante pieza de igual peso que la plata, equivalía a 16 patacones pero se cotizaba normalmente a 17, cambio que empleamos en todas nuestras reducciones.
El boliviano, como su nombre lo indica, era originario de Bolivia y muy usado en nuestro país. Equivalía al peso fuerte pero su valor era algo inferior.
El peso plata, el peso fuerte y el patacón tenían igual valor y eran todos de plata.
Siendo el patacón la más corriente en la época del General (Urquiza), a ella nos referiremos especialmente. El patacón o peso español era una moneda de plata de 287 decigramos de peso, que se usó en tiempos de la Colonia y se prolongó después de nuestra independencia, comenzando con el mandado acuñar por la histórica Asamblea de 1813, con el mismo peso y ley de plata —9 décimos de fino, es decir 9 partes de plata y una de cobre para la liga de metal y darle mayor dureza— y con el valor de 8 reales fuertes hasta la sanción de la Ley Monetaria de 1881, que creó el peso oro. Los múltiplos del patacón eran: la cuarta onza de oro, o sea cuatro pesos oro; la ½ onza, que equivalía a 8 patacones, y la onza de oro sellado (de 287 decigramos) igual a 16 patacones; los sub-múltiplos: la pieza de 4 reales de plata o medio patacón; la de 2 reales o cuarto de patacón; la de un real u octavo de patacón; la de medio real y el cuartillo, pieza diminuta esta última, de plata, equivalente a 1/32 avos de patacón. Esta piecita era muy apre- ciada por la gente pobre y hay infinidad de refranes a su respecto que tienden a elogiar su valimento con relación al dinero moderno. Así decía una «chinita», «marchanta» de una pulpería: «Deme un medio de velas, un cuartillo pa’mama y un cuartillo pa’abuela». Es decir que con «un medio» (que fue la pequeña moneda acuñada por Urquiza en San José) se obtenían velas para dos familias, y esto a su vez sirve como comparación para la actualidad y dar el valor adquisitivo de esa monedita, pues hoy con cinco centavos sería imposible adquirir velas para la madre y la abuela.
El patacón se convirtió después, cuando aquella Ley de 1881, en el peso oro, que venía a ser una pieza de plata del valor de 100 centavos oro y 25 gramos de peso. Los múltiplos del peso oro era el «medio argentino», moneda de oro de unos cuatro gramos, rarí- sima, pues se acuñaron muy pocas a título de ensayo, y el «argentino», valor de cinco pesos oro, pocos centavos menos de una libra esterlina inglesa. Los sub-múltiplos eran las piezas de plata de cincuenta, veinte y diez centavos, y las de cobre de uno y dos centavos, tan conocidas.
De lo expuesto se desprende que un patacón viene a ser un peso oro, lo que equivaldría en nuestra moneda de hoy (1953) al cambio oficial, a $ 2,27 más o menos. Pero este cambio es puramente teórico, pues en la realidad de las cosas, con un patacón de la época que estudiamos (1845-1870), se podía adquirir mucha mayor cantidad de animales y mercaderías que hoy con veinte pesos de la actual moneda, o más aún. Pongamos algunos ejemplos: en 1847 una vaca costaba 3 pesos moneda corriente en Entre Ríos, o boliviano (algo menos de un patacón); una yegua valía un peso y dos reales; un novillo, 3 pesos en 1848; un caballo 4 pesos, y la vaca bajó a 2 pesos en 1850; un toro, dos pesos, y los demás animales se mantuvieron a igual precio que en los años anteriores, y así en los sucesivos, habiendo subido en la década 1860-1870, en que una vaca costaba de 6 a 8 patacones; un caballo, de 4 a 6; una arroba de lana, 4 patacones; una legua de tierra, entre 4 y 5.000 patacones, etc.»

En 1866 existía en Entre Ríos una acentuada escasez de moneda circulante en valores representativos de menor expresión, a tal punto que los patacones y reales bolivianos —que eran los que, a la sazón, prefería el público— se dividían a golpe de martillo o cuchillo, en dos y cuatro partes, para subsanar aquella dificultad. Atento a ello y con el fin de facilitar la circulación de moneda, exclusivamente en el Palacio San José, el general Urquiza ordenó al grabador Pedro Cataldi la acuñación de una moneda de medio real. Esta moneda circuló no sólo en el Palacio San José sino también en Concepción del Uruguay y pueblos vecinos, donde el público la aceptó con agrado.
La ilustración fue tomada de una publicación del Banco de Entre Ríos, editada al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de su fundación.

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